martes, 22 de marzo de 2011

César Vidal. El odio como motor de la manipulación.

El objetivo fundamental de este blog es el de denunciar (a quien le pueda interesar) la manipulación que los medios hacen de la información.

Todos los medios de comunicación tienen una línea editorial que, en mayor o menor medida, hace que carguen su paquete a derecha o izquierda. Cada cual enfoca la noticia según sus propios intereses, y por ello es muy difícil, en ocasiones, distinguir la opinión (todos tenemos la nuestra) de la información (pura y dura).

Es nuestra decisión informarnos a través de varios medios, o de uno solo de ellos. Por eso, la obligación de esos medios es la de informar. Son creadores de opinión, y en definitiva, la democracia se sustenta en esa libertad de opinión a través de una prensa libre.

No es lícito que una parte de esa prensa, en nombre precisamente de esa libertad (con la que se llenan la boca y a la que tanto desprecian), se esfuerce tanto en engañar. Engañar es desinformar. Y la desinformación en España está orientada a conseguir un objetivo: destruir cualquier posibilidad de plantear la realidad del Estado desde cualquier otro punto de vista que no sea el de la extrema derecha cavernaria.

Los "liberales" de diseño no son más que unos retrogrados obsesionados en atacar al progresismo y al nacionalismo (especialmente al nacionalismo, y muy especialmente al nacionalismo catalán) para abortar cualquier posibilidad de cambio en contra de la estructura del Estado: la república, el federalismo o la autodeterminación de los pueblos son anatemas, y como dignos herederos de la inquisición, persiguen a sus defensores como a herejes. Esa persecución y esos ataques se basan en la manipulación y la calumnia, propias de los sucesores de un régimen fascista que, debido a su nula cultura democrática, utilizan el insulto y la mentira como arma política (me resultó muy ilustrativa la recomendación del profesor Luis Recuenco, El Insulto como arma política: El caso de Vargas Llosa, de Vicenç Navarro).

Uno de los máximos exponentes de esta perversión informativa es César Vidal (otro claro candidato para un futuro capítulo de la colección El zoo cavernario. La fauna ibérica).

César Vidal dirige el programa Es la noche de César, en esRadio.

Este buen hombre tiene una obsesión paranoide contra Catalunya, el catalán, los catalanes y todo lo que tenga que ver algo con un nacionalismo que no es el suyo (es curioso ver como los que más se exaltan ante los nacionalismos niegan su propio ultra-nacionalismo español). 

Utiliza su tribuna en la caverna para lanzar espumarajos sin ningún rubor. Como ejemplo, adjunto la cafrada-editorial (no se trata de una excepción particularmente exaltada) del pasado viernes 11 de febrero.

Este "señor" se permite, con la excusa de rebatir las posturas nacionalistas catalanas (eso sería completamente lícito), falsear pasajes históricos completamente inconexos e insultar directamente a Catalunya y a los catalanes (eso ya no es tan lícito).

En doce puntos completamente delirantes, que van desde la Gramática de Nebrija de 1492 a la publicación de un folleto del Ayuntamiento de Barcelona, suelta cubos de bilis en un discurso que a veces pierde incluso su hilo conductor.



No perderé el tiempo en rebatir todas las falsedades y medias verdades utilizadas con toda la mala leche del mundo que este "señor" se permite lanzar en poco más de seis minutos. No es ese mi objetivo (si alguien está interesado, puede dejar un comentario y lo discutiremos particularmente).

Sólo indicar que si un señor de Almendralejo (pongamos por caso), sin demasiados conocimientos de la historia de Catalunya (que por supuesto no le fueron proporcionados es su época de estudiante) y que nunca haya visitado Tossa de Mar o Mollerussa, oye este cúmulo de animaladas un tranquilo viernes por la noche, se convencerá automáticamente de que los catalanes no hablamos, rebuznamos, y que nos comemos a los niños de habla castellana con patatas (veréis que firmo Javier y no Xavier; soy catalán, bilingüe, pero con el castellano como primera lengua, y vivo en Catalunya sin que me escupan por la calle).

Este individuo no puede permitirse el lujo de atacar una lengua, materna para muchos de sus todavía compatriotas (a los que tacha entre otras lindezas, de estúpidos) con falsedades flagrantes y contrarias a la realidad científica y académica, para atacar la publicación de un folleto que él tilda de inmundo (y que evidentemente, en realidad no explica lo que él quiere entender).

Si desde un medio catalán se atacase de esta forma al castellano y a los españoles, a don César le faltaría tiempo para exigir la entrada de la Brunete por la Diagonal de Barcelona.

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